La ciudad del norte, Nueva York, la isla donde llegaban inmigrantes y las novedades artísticas, tecnológicas y musicales, así como también la moda, se transformó en un foco de atención fundamental desde los años 20, y sobre todo desde los años 40 en adelante, impulsado por el crecimiento de Hollywood y su masificación.
El jazz, el Harlem Renaissance y más tarde el nacimiento del movimiento beatnik, dan cuenta del influjo y el centro en que devino esta ciudad. En este artículo mostraré momentos, ejemplos, cruces que exhibirán cómo la vanguardia y post vanguardia, sobre todo chilena, recibieron una importante influencia de lo norteamericano, el Imagism, Modernism y el Harlem Renaisance. Más allá de las vanguardias históricas que siempre han sido leídas desde lo europeo, principalmente lo francés, quiero destacar una lectura de lo norteamericano en la post vanguardia chilena. Una lectura enmarcada dentro de lo cosmopolita, un “deseo cosmopolita” (Mariano Siskind) y un “cosmoplitismo marginal” (Fernando Rosenberg), otorgando continuidad a la idea de “otra vanguardia” como la llamó José Emilio Pacheco en su artículo de 1979 “Nota sobre la otra vanguardia”, para quien la lectura del modernism y el imaginism fue fundamental para la formación de las vanguardias hispanoamericanas. La ciudad del norte, Nueva York, la isla donde llegaban inmigrantes y las novedades artísticas, tecnológicas y musicales, así como también la moda, se transformó en un foco de atención fundamental desde los años 20, y sobre todo desde los años 40 en adelante, impulsado por el crecimiento de Hollywood y su masificación.